martes, 1 de julio de 2008

LOS SUEÑOS ROTOS

Es sábado por la tarde y estoy en uno de los mis rincones favoritos, un barranco profundo que atraviesa los montes de mi pueblo. Estoy feliz tumbando sobre una roca a la sombra y protegido de un calor infernal. No hay cobertura y por eso no oigo una inesperada llamada. Cuando por fin en mi casa logran hacerse conmigo me dicen que llame al trabajo. Me extraña pues estoy disfrutando de un día libre y me pongo en lo peor. Afortunadamente no se trata de ningún accidente, pero tampoco es una buena noticia. Nos convocan para darnos a conocer el cierre de nuestra empresa y el consiguiente despido.
Pese a ser una noticia esperada durante mucho tiempo, cae como un jarro de agua fría. Hace ahora casi dos años que muchisima gente joven empezaba llena de sueños un proyecto ilusionante. Ver nacer un periódico es una experiencia maravillosa, verlo morir una muy triste. La que es para mi una de las profesiones más bellas del mundo está llena de dureza. Se paga muy mal y los horarios por decirlo de alguna manera, no existen. Por no hablar de la competencia feroz, pues hay muy pocos puestos a cubrir para una multitud de gente al acecho. En mis pocos años en este oficio he visto como quedaban en la cuneta mucha gente muy válida y también he pasado momentos increíbles.
Fue muy duro pensar en la situación en la que quedan compañeros con hijos y con la espada de damócles de las hipotecas, a mí gracias a dios me pilla en un momento poco delicado, pues apenas tengo gastos. Ante mi ahora están los nubarrones de la incertidumbre. El no saber que hacer con tu vida a partir de este momento es lo peor de todo. Quizás sea el momento de replantearse las cosas y cambiar de rumbo, pues el horizonte en esta profesión en mi opinión se divisán grandes tormentas y dificultades. Pero es muy difícil renunciar a un sueño y juro que este trabajo es como una puta droga. Una droga a la que se que estoy enganchado. Espero que se disipen pronto las nubes sobre mi futuro y pronto vuelva a ver lucir el sol, allá en mi horizonte. De momento ayer se abrió un pequeño claro que iluminó mi esperanza. Gracias a las personas que se han acordado de mi en estos momentos tan cabrones, no os imaginais lo que templan el corazón las palabras de ánimo. Y para acabar un abrazo a los que han sido mis compañeros en estos casi dos años. La amistad de algunos ( pocos ) compañeros y los buenos ratos vividos es el mejor legado de esta ya cerrada etapa de mi vida.

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