Si digo que las personas tenemos una máscara cuando nos mostramos en público y que en los momentos delicados o cuando nos relajamos nos mostramos tal cual somos, creo que no estoy revelando un gran secreto a nadie. Esta historia va de eso. Hasta hace bien poco trabajaba en un diario de cuyo nombre no quiero acordarme. A los jefes y directores pronto se les cayó la máscara. No podían , ni querían ocultar, un pensamiento muy propio de la derecha. Para ellos los trabajadores eramos simples peones de un juego, de una batalla plagada de intereses políticos. Una batalla que por cierto perdieron y por goleada.
Quisieron jugar a ser David contra Goliat, pero les faltó el arma que hizo vencer al pequeño pastor, la inteligencia. Jugaron mal sus cartas. No plantearon un periódico como lo que por encima de todo es, una empresa. Por lo que una vez perdida la batalla, no se podrían cumplir los objetivos. Entonces el problema, el panfleto se convierte en un pozo sin fondo de gastos y pérdidas de dinero. Los peones sobran y de repente, unas decenas de personas nos vemos en la calle. Esto no es lo criticable, al final ,los inversores hacen lo que les da la gana con su dinero, como si lo quieren quemar. Lo que si es criticable es la actitud de la empresa con los trabajadores.
Voy a dar solo un ejemplo, podría dar millones, pero este es muy gráfico. Los trabajadores decidimos ejercer nuestro derecho a sindicarnos. Algún compañero, por no llamarlo un topo cabrón, filtró la lista de la gente que se iba a presentar a las elecciones sindicales y cuando se iban a realizar las mismas. Este gesto costó el puesto de trabajo a varias personas, pues la actitud de la empresa fue una purga, una auténtica caza de brujas. Así se las gasta el cacique de Tavernes y los inútiles que puso como timoneles de esa nave maldita condenada a no llegar a buen puerto. Pues estos experimentados marinos tienen en su currículum haber hundido alguna que otra nave de gran calado.
Lo realmente triste de este baile de máscaras, no es la actitud de los jefes, pues estos casi vinieron sin ellas al baile. Sino la actitud de algunos compañeros. A estos se les ha caído las máscara poco a poco. Han delatado a sus compañeros, han mentido y han hecho servilismo a la empresa en contra de sus propios intereses, por ejemplo renunciando a derechos que legítimamente les pertenecían, en busca de no se que favores de la empresa. La recompensa les llegó en el momento del cierre, pues a algunos se les ha mantenido el puesto de trabajo, para navegar en una pequeña balsa ( una ridícula página web ),por el océano del periodismo .Algunos recibieron el pago de sus favores a posteriori. Es el triunfo de la mediocridad y del servilismo al patrón. Espero que a cada uno el tiempo los ponga en su sitio. Ha habido una descubierta de rostro que me ha dolido por encima de todas. Una puñalada cargada de mentiras y silencios que duelen más que el peor de los desprecios. Que asco da el ser humano en ocasiones, capaz de lo más grande y de las peores bajezas. La necesidad puede justificar determinadas actitudes, pero por encima de todo debe prevalecer la dignidad y el respeto al compañero.
Por cierto, esta foto la hice hace muchos años en Venezia, en un momento que también me sentí abandonado y traicionado. En su momento me fascino la idea de lo que oculta máscara y del reflejo en el espejo. Un complicado juego que nos habla del complejo laberinto que es la mente humana.
jueves, 10 de julio de 2008
EL BAILE DE MASCARAS DE VH
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