Lo bueno de las fotografías, libros, películas, canciones, de las creaciones en general, es que el espectador las puede hacer propias. Como cada uno de nosotros hemos tenido vivencias y un proceso de aprendizaje distintos, sentimos respuestas diferentes ante un mismo estímulo. Esa es la grandeza del proceso artístico o de la comunicación en general. No me gusta demasiado cuando un artista o un crítico de arte intenta descifrar el significado de una obra en concreto. Creo que este encorsetamiento no es bueno. Se deben explicar las circunstancias en que fue creada, pero la interpretación de la misma debería ser libre, pues a cada uno nos produce una sensación diferente. Empobrece el proceso de creación artística el dejar cerrada la interpretación de la obra. No resulta un fracaso si un espectador no capta lo que el creador trató de expresar, en mi opinión, cada nueva interpretación, coincida o no con la de su creador, enriquece el proceso. La grandeza del proceso de comunicación de un artista a través de una obra, es que quien reciba el mensaje lo pueda hacer suyo.
También se da otra circunstancia en esto de la interpretación de una obra y es que nuestra percepción ante la misma cambia mientras maduramos en la vida. Nuevas experiencias nos pueden llevar a encontrar matices nuevos cuando releemos un libro, volvemos a ver una película o nos enfrentamos a una fotografía mil veces vista. Esto es señal de que estamos vivos y crecemos como personas. Otra cosa que me alucina de todo es esto es el poder que tiene una melodía, un olor o una imagen concreta de sacar a flote recuerdos que creíamos perdidos en lo más profundo de la memoria. Recuerdos de una persona, de un momento,de una sensación en un lugar del que ni siquiera recordamos el nombre.
A esta foto le tengo especial cariño. La tomé cuando el mundo de la fotografía era solo un juego para mi. Cogí la cámara y me fui al cementerio a hacer fotografías. La intención era aprender a usar la cámara y dominar la técnica medir la luz. De repente se obró el milagro de que viese la escena de esta bonita estatua de un panteón a través de unas hojas de palmera. Tomé la foto y el resultado me gustó. Pero era solo un goce estético, me gustó la composición, el momento...etc, Realmente no le veía más mensaje que el de una bonita imagen y mi intención al tomar la foto no fue más que la de congelar un momento y una escena que me llamó la atención. Pero esta imagen años más tarde cobro un sentido, que realmente me hubiese gustado que no tomase. El tema es que murió una amiga a causa de un accidente de tráfico. Desde entonces esta imagen ha tomado un nuevo sentido. Donde antes veía un rostro anónimo de piedra en una estatua de un ángel guardando el panteón de un cementerio, ahora veo la cara de una chica que murió antes de tiempo y que desde el más allá no acaba de comprender qué le ha pasado y qué sentido tiene todo esto de la vida.
lunes, 21 de julio de 2008
PENSANDO EN TODO UN POCO
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