lunes, 14 de julio de 2008

FIEL A MI CITA

Hoy he vuelto a cumplir con un ritual veranigo que cumplo religiosamente desde que vengo a Dénia. Vuelvo cada año a encontrarme con un gigante de piedra, que parece ser un guardian de piedra de esta ciudad. Visto desde Dénia, en Montgó parece una enorme muralla de mas de 500 mts de alta hecha por y para gigantes. En mi opinión la montaña nos ofrece su parte más bella si la vemos desde Jávea. Parece el caparazón de una enorme tortuga,como aquella simpática y vieja tortuga de la historia interminable. Me gusta pensar que las montañas son más que montones de piedra, asi que es bonito imaginar que estas tienen su propio espiritu y personalidad, ¿ No seria fantástico que fuese realmente un viejo animal dormido, que nos protege y vigila?. Bueno, creo que se me esta yendo la olla, asi que sigo con las cosas terrenas.

El dia ha amanecido bien nublado, muy de agradecer si pretendes subir una montaña, en pleno verano y a las 11.30 de la mañana. Este hecho ha hecho que se acerque al monte menos gente de la habitual y he disfrutado de una ascensión casi en solitario. Después de una hora de subida y ya un poco cansado y cuando ya estaba empezando a preguntarme que sentido tiene todo este esfuerzo fisico, por fin he llegado a la cumbre. Tan amplia y solitaria que ha sido mia y solo mia. De nuevo todo ha vuelto a tomar sentido,cuando he mirado en direccion hacia los cuatro vientos y he visto el regalo que ofrece la cumbre del Montgó, he recordado porque vale la pena tanto sacrificio para subir a lo mas alto de un monton de roca. El único premio que recibes es un vista grandiosa, hacia el este el mar, y el cabo de san antoni, al fondo se que esta la isla de ibiza envuelta en un manto de nubes. Al sur ifach, la sierra de bernia, el puig campana y el aitana, los colosos de las montañas valencianas, al oeste la tierra se arruga en un mar de montañas que no soy capaz de identificar y hacia el norte, el monduver, la montaña de cullera y difuminada con el horizonte la serra calderona.

En mi afán de subir ligero, solo he llevado conmigo el móvil para casos de emergencia. He prescindido del agua, pues como el calor no apretaba, no la he considerado esencial. Al final del trayecto he suplicado que alguien hubiese dejado agua en la cumbre, pero al final he pagado el precio de subir con poca carga ( menos mal que lorenzo no andaba haciendo de las suyas)y he pasado un poco de sed. Al bajar mis suplicas han sido escuchadas pero no comprendidas, pues he tenido agua, pero en forma de lluvia y fuertes vientos, pero por suerte ha sido breve, aunque ha dejado las piedras del camino resbaladizas, obligando a tener mas precaucion de la normal. Cuando al final he llegado a mi vehiculo a salido al paso a despedirme, un simpático conejo de monte, tal es la grandeza de la naturaleza.

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