lunes, 28 de abril de 2008

UN QUIJOTE MODERNO

Hace apenas unos minutos que acabo de rencontrarme con mi pasado. Ha sido apenas un fugaz saludo pero me ha recordado la historia de un personaje digna de recordar y de reflexionar sobre ella. A esta persona le tengo un cariño especial. Fue el primero que creyó en mi y me puso en la senda de un camino que aún ando recorriendo pese a que no se divise un horizonte claro. El fue uno de los artífices del mayor punto de inflexión que tomó mi vida hace unos años y también el culpable de grandes disgustos y ansiedades. Pero eso afortunadamente pasó y mi rencor hacia él se evaporó.

  Su historia me parece digna de ser contada pues es lo más parecido al personaje creado por Cervantes que he conocido nunca. Tuvo un día un sueño y decidió apostarlo todo por verlo hecho realidad. No viajaba a lomos de un delgado corcel, ni llevaba lanza ni armadura, pero sí tenía su Sancho. Fiel escudero que trataba de enfrentarlo a la realidad y velar por él y la llegada a buen puerto de sus locuras. 

  Yo tuve la suerte de recorrer con él las carreteras de la mancha, compartir comidas, kilómetros y ratos de risas y agradable conversación en busca de batallas en las que pocos apostarían que saldrían victoriosos unos personajes de poca monta como nosotros. Conseguimos grandes éxitos gracias a su insistencia y tesón. Cuando muchos pensaban que la azaña era imposible o que se le quedaba grande, nuestro protagonista sabía que todo sueño se puede hacer realidad si crees en él y peleas con todas tus fuerzas. Así me vi metido en aventuras  en las que pocos, incluido yo mismo, pensaban que batallaríamos. No se acobardo ante las dificultades, por grande que fuese la empresa a la que se tenía que enfrenta. Desoyendo los consejos de prudentes sanchos se enfrentó a molinos y a gigantes. Su locura muchas veces le cegaba, daba palos de ciego y cosechó algunos éxitos y mucho fracasos.
  Esta historia como muchas otras no tiene un final feliz. La dura realidad de pagos a bancos y proveedores derrotó al loco soñador. Le hirieron gravemente pero no lo mataron. Le tocó abandonar su sueño y volver a tocar el mundo con los pies después de haber volado muy alto durante su deambular. Le quisieron hacer creer que la vida no era ponerte el mundo por montera e ir por ahí salvando princesas y ajustando agravios. Le devolvieron a la dura realidad. El aparentó haber sentado la cabeza, pero yo estoy seguro de que sus sueños siguen volando en su cabeza mientras lleva cada día la existencia que todos le decían que debía llevar mientras hacia realidad su sueño. Ahora lucha cada día la batalla cotidiana de los pagos de la hipoteca, el colegio de los niños y de buscarse la vida.
  Creo que necesitamos muchos de estos quijotes modernos, pues son los que hacen evolucionar y crecer nuestro mundo. Muchos tienen grandes sueños, algunos deciden llevarlos a cabo, entre ellos la mayoría son derrotados, pero esos pocos que vencen son los artífices de las grandes azañas de la humanidad.

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