sábado, 7 de marzo de 2009


Los deseos infantiles salvan todos los obstáculos que les pone el espíritu maduro y con frecuencia perduran más que él, hasta la última vejez. (Milan Kundera, El libro de los amores ridículos. Foto: Ansel Adams)

1 comentario:

VolVoreta dijo...

Cuando se puede...hay que mimar al niño que llevamos dentro para que nos endulce un poco el tránsito por esta vida.
Un beso Pau.